Aquí, en esta orilla blanca del lecho donde duermes,
estoy al borde mismo de tu sueño.
Si diera un paso más,
caería en sus ondas,
rompiéndolo como un cristal.
Me sube el calor de tu aliento
hasta el rostro, con el soplo leve
de tu dormir soñando.
Con mi alma doblada sobre ti,
aparto tus cobijas suavemente
y recorro tu cuerpo con el ansia
candente de mis besos.
Y de pronto, en el oscuro
silencio de la noche,
empieza mi soñar
al borde de tu lecho,
y dentro de mi
tu cuerpo siento…
como quemante lumbre
que devora la inquietud
que me consume
Julia Ebe
viernes, 16 de septiembre de 2011
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