Yo quisiera saber si los veleros
que navegan las agua de tu río,
conocen las caricias del rocío
y el clamor de los riscos pasajeros.
Solo así mis dedos prisioneros,
trenzarán las fibras del estío,
para amarrar la estela del navío.
Olvidando entonces lo pasado
y el temor transitivo de la espera,
aún sin viento a favor de tu ribera
encallaré en tu cuerpo de pecado.
JULIA EBE
miércoles, 8 de junio de 2011
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